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lunes, 23 de abril de 2012

El taxista y sus taxiadas

Ok, admitámoslo, soy una persona un tanto desaventurada, que le ocurren cosas no muy agraciados todos los días, pero en ocasiones yo no tengo la culpa de mis desgracias y eso lo puedo comprobar, porque sé que son terceras personas las que me hacen pasar un mal rato.
Hace dos fines de semana, cuando aún estábamos de vacaciones y estábamos de fiesta en Mazatlán por la semana internacional de la moto, me ocurrió un incidente, que pudo ser evitado si desde un principio las cosas se hubieran hecho de la manera correcta.
Sábado 14 de Abril y yo estaba de lo más tranquila festejando en un bar de la machado el cumpleaños de una amiga de mi hermana, la fiesta se terminó, y ellas decidieron irse a casa, yo como joven que soy, me quede con ganas de seguir y le marque a una amiga para topármela en la zona dorada, (ella ya andaba por allá), y continuar la noche, pues por aquellos rumbos la cosa estaba a tope.
Salí del bar, camine un poco hasta encontrarme un par de taxis estacionados y me subí a uno, al primero que estaba estacionado en la fila.
Cuando lo hice, le pregunte al taxista que ¿Cuánto me cobraba a la zona dorada?, el muy seguro de sí, me respondió $70.00, pero después de hacer una cara de “cómo dices que dijiste”, el individuo decidió ceder y me dijo $60.00.
Así que como yo ya quería estar en el arguende, me subí al taxi y le envié un mensaje a mi amiga de que ya iba para allá.
El taxista por su parte, se paro frente a otro bar y le dijo a uno de los meseros que se encontraban afuera, “ahorita vengo güey, en chinga”.
Y sí, en efecto el hombre iba en chinga, porque obviamente tenía que regresar por ellos, y me comento en el transcurso del camino que lo más cerca que podía dejarme de la zona dorada era en la Mega, lo cual yo acepté y dije está bien no hay problema.
Pensé, me bajo ahí, camino un poco y llego, el plan iba bien y yo le informaba a través de un mensaje a mi amiga que nos viéramos en Mc donalds.
Pero cuál fue mi sorpresa que cuando levante la mirada para ver por dónde íbamos (por la UDEO) el taxista me dijo, aquí está bien.
Y yo, un poco sacada de onda, le pregunte qué ¿Por qué en la UDEO? (si el perfectamente me había dicho que me dejaría en la Mega)
El tipo, respondió que el tráfico estaba muy “cabrón”, que tenía que devolverse hasta la machado y ya era tarde, y unos pretextos que por supuesto yo no tenía absolutamente nada que ver.
Siempre he sido muy relax y difícilmente me enojo con la gente, pero esa vez si me molesto mucho la acción del tipo y se lo dije.
Le comente que era de muy mal gusto decir algo y hacer otra cosa, más aún que tuviera otras cosas por hacer y que por ende las demás las desatendiera.
Me dio mucho coraje porque me dejo súper lejos de donde yo vería a mi amiga, el tipo en plan soy buena persona, me quiso regresar $10 por la mala acción que cometió.
Yo solo lo voltee a ver y le dije, no se preocupe, preocúpese si algo me llega a pasar por caminar sola de aquí hasta allá.
El hombre se quedo asustado pues casi casi lo amenacé, yo me baje cerré la puerta y espere a que mi amiga viniera por mí.
Me tuve que quedar sola como media hora, en media de una ola de choppers.

Sé que me pude ver un poco mala, diciéndole eso al taxista, pero en verdad estaba enojadísima, me aventó donde se le antojo, ¿donde está el servicio por el que pago?, ¿donde está la “amabilidad”?, se supone que uno se transporta en taxi, para andar más seguro, para llegar más rápido, pero a mí me sucedió todo lo contrario.

domingo, 22 de abril de 2012

“Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción”


Vivimos en un país, donde el luchar, exigir derechos y tratar de buscar objetivos reales que hagan que las cosas cambien, da miedo.
Es claro que los jóvenes no estamos conformes con muchas de las cosas que suceden actualmente en México, lo manifestamos a través de redes sociales, de la música, de actividades que gritan ¡aquí estoy!, ¡soy joven y me importa mi país!
Sin embargo, más allá de tener los ideales en mente, lo que se necesita es acción, y  parece que fue hace mucho la ultima vez, que en realidad el pueblo mexicano se unió en pro de la lucha para mejorar la situación.
En efecto, hablo del movimiento estudiantil que tuvo lugar el 02 de octubre de 1968, donde estudiantes, profesores, profesionales y gente que apoyaba la causa, se unió.
Aunque creo que el acto es más recordado por la gran cantidad de personas que murieron a manos del ejército, que por la causa en sí.
Después de lo que sucedió hace ya 44 años, la gente sigue con miedo y como no hacerlo, lo acontecido aquel día, fue el más claro ejemplo de cómo callar a un pueblo que exige un cambio.
Donde lo ocurrido, tardo años en salir a luz, las cifras concretas y el nombre de la gente que perdió la vida apenas y se supieron, y obviamente las cosas se contaron como según convenía, pues como bien dice la frase “la ignorancia es felicidad”.
Pero por fortuna, existen jóvenes que quieren un cambio y una revolución.
El pasado 20 de abril, los estudiantes de la UNISON, se unieron para exigir educación de calidad, y una solución al conflicto que enfrente la universidad de Sonora.
La marcha tomo inicio y punto de encuentro en  la plaza Emiliana De Zubeldia hasta el congreso del estado,  donde apoyados de mantas y carteles, plasmaron su sentir hacia la situación actual.
Arribaron al Palacio de Gobierno, alrededor de las  11:00 horas donde se concentraron para que sus consignas fueran escuchadas, cuestionando a la administración estatal y su falta de voluntad para resolver el conflicto.
Posteriormente se dirigieron al Congreso del Estado donde una comisión de estudiantes entregó un documento de peticiones a los diputados.
Quizá, no todo el país se entero de dicha marcha, tal vez fueron pocos los estudiantes de la UNISON que participaron, pero la iniciativa ahí está, las ganas también, es bueno ver que los estudiantes exijan una mejor educación, una educación de calidad.

martes, 17 de abril de 2012

Peña Nieto Vs Zombies

Procrastinación


Según Wikipedia, la procrastinación, es la acción o hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes y agradables.

Estoy casi segura, que el resto de los mortales que viven en este mundo han aplicado la procrastinación, como método para flojear un rato.

Lo más triste, es que tenemos con que defendernos, nos justificamos diciendo que “hoy no es un buen día”, “estoy cansado”, “no estoy inspirado”, “ya es tarde”, y dos mil quinientos pretextos que solo dan paso a que seguimos en las mismas.

Para que nos hacemos, si ya somos, hablo por mí y ejemplo más claro fueron estas dos semanas de vacaciones, las tareas y actividades a realizar se fueron postergando, hasta el día de regresar de nuevo a clases.

Cuando tienes algo que hacer, todo parece más atractivo, todo es un distractor constante, que no te permite concentrarte.

Es un terrible hábito que no nos lleva a nada, bueno sí a la frustración…  a la frustración de tener que hace todo con mayor rapidez, por haber dejado todo para el último día.

La gente se escuda con el “trabajo mejor bajo presión”, pero sabemos que no es verdad, lo que sucede es que no te queda más tiempo, y tienes que hacer las cosas, porque no te queda de otra.

Hay que ponerse las pilas y dejarse de panchos, no hay mejor satisfacción que el tener las cosas en tiempo y forma, y mejor aún, demostrarse a sí mismo, lo que es capaz de hacer.

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